sábado, 16 de junio de 2007

Tú no sabes nada




Tú no sabes nada, solo sabes mandar.



Tú solo das ordenes a conveniencia,



dictas pautas a tú complacencia,



donde te llena humillar.









Solo sabes decir que tienes poder,



estatus, posición, palabra para mover,



para hacer lo que te plazca,



lo que a tú soberbia complazca.






Tú no me conoces,



caminas conmigo, pero estas dormido.



Dices ser parte de mi, conocerme,



respetarme, más de algo te olvidaste,



que para conocerme primero hay que escuchar.



Por eso somos como el Sol y el mar,



que parecen que juntos están,



más la verdad es que nunca se tocarán.



Pedazo de mi corazón


Te amo pedazo de mí corazón. Es un día sin Sol uno sin ti. Es como una llovizna eterna, como un mar sin olas. Sería como mirar al universo y no encontrarle estrellas. Si tú supieras como es un segundo sin ti, sin tú presencia, donde pierdo el sosiego, el encanto y la alegría. Te amo pedazo de mi corazón. Es una noche desolada un momento sin ti. Es como una tormenta, como un desierto sombrío. Sería como mirar al campo y no encontrarle flores. Si tú supieras como es un minuto sin tú presencia, sin el calor de tus besos. Pierdo la paz, pierdo la calma. te amo pedazo de mi corazón y aunque hoy mis versos se anclaron en lo incierto, te amo de verdad.

Velero sin rumbo


Se podría pensar en hecatombe, dolor,

lágrimas, la misma tristeza.

En algo que perdió su inocencia,

que se enfrenta a la adversidad.

Es como enfrentarse a aguas bravías,

donde mis velas se hallaron perdidas.


Aunque Espronceda decía que era su dios,

el mar que movía su velero,

yo digo que es mi carcelero,

pues se perdió mi velero,

en las aguas amargas del dolor.


Velero sin rumbo, navegante olvidado,

en el infierno del dolor cautivado,

entre sus redes crueles despedazado.


No puede ser el mar mi destino,

pues es donde me he perdido.