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Me dirigí a un gran monte
Desde allá divisé el horizonte.
Pude ver las luces de la ciudad
Que producían una gran claridad
Pero, no quise verlas más desde aquí
Pues por ellas no podía ver las estrellas.
Y mi alegría desfallecía y ya no sentía
La inspiración verdadera para mí poesía.
Pensé en los autos que desde lo alto veía,
Pensé en el afán de la muchedumbre
En lo fugaz de sus ajetreadas vidas
Que no meditan en su verdadera esencia.
No ven lo que hoy y ayer han perdido.
Por su causa de su afán y vanidad
Que ocultó su sentimiento y verdad
Y viven en un mundo vació y herido.
Hoy mi poesía llora y clama por amor.
Por el sentimiento verdadero que siento
Para que se levante fuerte y vencedor
Y nos libere de nuestras redes de dolor.
Las redes de un mundo calculado,
Programado y conducido a un sendero
Donde perece lo verdadero y sincero
Ya que por vanidad lo hemos olvidado.
Hoy desde un alto monte medito
Y trato de rescatar el verso que deje olvidar.
Hoy quiero dejarlo en libertad volar
Y a mi fría y triste ciudad lo invito.
Para que borre toda huella fría y sombría
Que nos tuerza la razón y el sentimiento.
Que acabe con la indiferencia social
Que arrasa con nuestro aire vital.
Ese aire que aun queda y nos puede rescatar
Para poder hacer de nuestra ciudad un lugar
Donde se pueda aun sentir y vivir
Sin miedo a ser manejados por la indiferencia
Que sin darnos cuenta nos robó la verdad.
Que no se quede en las calles el amor.
Que se levante de su rincón y que brille.
Que el sentimiento siempre permanezca
Y que no oculte su grata esencia.
Yo sé que él podrá rescatarnos de la frialdad
Que se filtró en nuestra ciudad
Y que la hizo poco habitable
Pues el corazón se hizo insensible.
Hoy desde un alto monte divisando el horizonte
Le canté una canción sincera al amor
La esperanza es mi compañera de noche y de día
Y ella será para esta cuidad la gran alegría.
Desde allá divisé el horizonte.
Pude ver las luces de la ciudad
Que producían una gran claridad
Pero, no quise verlas más desde aquí
Pues por ellas no podía ver las estrellas.
Y mi alegría desfallecía y ya no sentía
La inspiración verdadera para mí poesía.
Pensé en los autos que desde lo alto veía,
Pensé en el afán de la muchedumbre
En lo fugaz de sus ajetreadas vidas
Que no meditan en su verdadera esencia.
No ven lo que hoy y ayer han perdido.
Por su causa de su afán y vanidad
Que ocultó su sentimiento y verdad
Y viven en un mundo vació y herido.
Hoy mi poesía llora y clama por amor.
Por el sentimiento verdadero que siento
Para que se levante fuerte y vencedor
Y nos libere de nuestras redes de dolor.
Las redes de un mundo calculado,
Programado y conducido a un sendero
Donde perece lo verdadero y sincero
Ya que por vanidad lo hemos olvidado.
Hoy desde un alto monte medito
Y trato de rescatar el verso que deje olvidar.
Hoy quiero dejarlo en libertad volar
Y a mi fría y triste ciudad lo invito.
Para que borre toda huella fría y sombría
Que nos tuerza la razón y el sentimiento.
Que acabe con la indiferencia social
Que arrasa con nuestro aire vital.
Ese aire que aun queda y nos puede rescatar
Para poder hacer de nuestra ciudad un lugar
Donde se pueda aun sentir y vivir
Sin miedo a ser manejados por la indiferencia
Que sin darnos cuenta nos robó la verdad.
Que no se quede en las calles el amor.
Que se levante de su rincón y que brille.
Que el sentimiento siempre permanezca
Y que no oculte su grata esencia.
Yo sé que él podrá rescatarnos de la frialdad
Que se filtró en nuestra ciudad
Y que la hizo poco habitable
Pues el corazón se hizo insensible.
Hoy desde un alto monte divisando el horizonte
Le canté una canción sincera al amor
La esperanza es mi compañera de noche y de día
Y ella será para esta cuidad la gran alegría.
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