miércoles, 11 de julio de 2007
¿Cómo heredar el Reino de los Cielos?
Jesús en su mensaje en la Tierra procuraba siempre la hermandad y el amor entre las naciones donde se dejarán atrás las rivalidades y toda clase de discordia que separase a los seres humanos. El propósito de cada mensaje era proclamar un amor verdadero, capaz de todo, que brindara paz y entendimiento. Este amor procuraba dar y enseñar e iba por encima de las leyes, decretos, culturas, filosofías, dilemas, contiendas y se anclaba en la base más sólida de su ministerio que es la equidad. Una equidad donde el pobre y el rico sean semejantes y el sano como también el enfermo tengan el mismo valor. Jesús llevaba un mensaje supremo a los hombres donde se buscaba que se realizara la justicia y se llevara la verdad. Fue por estas cualidades que le persiguieron y lo mataron porque nunca se vendió ante Reyes, Sacerdotes, ricos, principales, intelectuales y procuró hacer siempre el bien y llevar el amor sincero y verdadero por encima de todo sin miedo a enfrentar la oposición y humillación. Pero ese mensaje, que hace años el maestro de Nazaret predicara, sigue vivo y perdura fiel en los corazones de aquellos sus seguidores, que creyeron en él, procuraron hacer el bien y llevar el amor sincero y verdadero por encima de todo y no solamente porque Jesús lo hizo, mas porque estas son las llaves para heredar el Reino de los Cielos. Pero para todo aquel que no conoce bastante sobre qué se debe hacer para heredar el Reino de los Cielos es como si le estuviesen hablando en otro idioma o como decir algo sin sentido.
Para poder entender ¿cómo se hereda la vida eterna?, debemos profundizar o más este personaje llamado Jesús podemos decir que cada una de sus enseñanzas era dirigida al pueblo judío, el mismo que le crucificó. Lo crucificaron porque no pudieron soportar la elocuencia y sabiduría con la cual él hablaba. Jesús retaba la hipocresía humana y predicaba un amor verdadero el cual los hombres no estaban acostumbrados a practicar. ¿Pero en qué consistía esta clase de amor que el sabio Jesús predicaba? ¿Qué era realmente lo que Jesús decía y porque lo decía? Cuenta la Biblia, el libro Sagrado de la fe cristiana, en el Nuevo Testamento muchas cosas sobre Jesús. En sus evangelios Jesús predicaba buenas nuevas de paz, amor y fe. Pero Jesús tenía una manera diferente y especial muy característica de él para expresarse ante el pueblo o cualquier público. Este hablaba mediante parábolas, una manera de hablar contando una historia, pero, a su vez, expresando una moraleja. Esta manera de hablar era una cualidad especial que hacía que Jesús llegara a los corazones. Mediante las parábolas Jesús se imponía con sabiduría y demostraba el verdadero poder que había en él, su verdadera esencia, el amor.
El amor era aquella enseñanza dorada que se hablaba en cada uno de los evangelios. En los evangelios había un poder especial de amor plasmado en cada una de las parábolas que Jesús expresaba. Como, por ejemplo, los textos de Mateo 22, de 34 al 40 nos habla sobre el Nuevo Mandamiento que Jesús le daba a su pueblo para poder ser llamados verdaderamente hijos de Dios y ese mandamiento consiste en amar al Señor tú Dios con todo tú corazón, con toda tú ala, con toda tú mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tú prójimo como a ti mismo. De esto dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas, si sabes amar. Por otro lado, Lucas 10, del 25 al 37, nos habla sobre la parábola del buen samaritano que Jesús dirigiera a un interprete de la ley el cual trataba de probarle frente al pueblo con interrogantes. En esta parábola se narra la historia de un hombre judío que cayó en manos de ladrones los cuales lo despojaron de todo lo que tenía y lo dejaron muy mal herido. Y aconteció que pasaron por el camino un sacerdote, un levita y viéndolo pasaron de largo. Pero luego pasó un samaritano y fue el único que se movió para ayudarle y mostró compasión. Lo que es realmente sorprendente es que fuera un samaritano el que se moviera en misericordia ante un judío que cultural y étnicamente eran enemigos. Esta es una demostración de amor inmensa porque el samaritano supo demostrar amor y compasión al herido a pesar de las rivalidades y enemistades establecidas en sus pueblos. En relación con el otro texto del evangelio de Mateo se puede decir que ambos textos tienen una misma raíz y citan la verdadera ética cristiana que nos habla de un amor más fuerte que el existencial. Tanto el Nuevo Mandamiento como la parábola del Buen Samaritano tienen algo en común, esto es el amor al prójimo. Esta es la clave esencial para que cada persona pueda heredar el Reino de los Cielos, amar pero amar de esta manera.
El amor es un vínculo afectivo entre dos personas o más. Es una entrega total de sentimiento y emociones que implican lazos profundos y sinceros entre los seres humanos. Es como un compromiso de estima que implica una empatía de sentimientos que se funden para un propósito en particular, este es dar, entender, sentir, confiar, ser, entregar, padecer por algo, por alguien, por un fin que se tenga por mucha estima. No es como el querer porque el querer le da igual el compromiso y la entrega pues solo está por estar y saciarse. Pero el amor es el querer ya más completo en su fase madura y de grandeza. El amor no mide fronteras ni limites, solo espera ser no importando esperar. Es precisamente esto lo que caracteriza el amor, pero esto no es lo que se practica realmente. El amor entre los seres humanos ha perdido un poco su sentido y su misión se ha olvidado en los mares del egoísmo y rencor. A veces solo podemos amar a quien nos besa, nos abraza, quienes viven bajo nuestro propio techo o a quien conocemos desde hace muchos años. Pero ese amor que va dirigido a todo aquel que no es mi hermano, mi padre, mi madre, mi familia, es el amor más trascendental y capaz de unir a los seres humanos en un Mundo lleno de diferencias. Este es el llamado “ amor al prójimo”.
El amor al prójimo es olvidar las diferencias, contiendas, discordias, muchos conflictos y dilemas y han producido muchas guerras que han marcado la raza humana. Todo esto sucede porque se ha enfriado el amor en la gente y no saben amar y no comprenden, aquel que nos rodea. Se busca competir, imponerse, someter y ser lo máximo olvidando que en el Mundo todos somos hermanos y que el daño que hacemos al prójimo nos afecta a todos porque esto nos lleva a que en el Mundo exista más odio. El odio nada construye porque nos cautiva a la cárcel del dolor donde somos esclavos de nuestro mal proceder. Comprende la ley: lo que tú haces a tu prójimo, te lo estás haciendo a ti mismo. El efecto puede venir a través de segundos o terceros, o a través de la fuerza oscura invisible, el tentador. "No hagas a nadie lo que no quieras que te hagan a ti”, significa: presta atención a cada instante de tu vida terrenal. Entonces captarás el contenido de tu mundo de sensaciones y pensamientos y podrás entregarme a tiempo a Mí, el Cristo, lo humano que hay en ti, antes de que hagas a tu prójimo aquello que, a su vez, recaería sobre ti. Lo que haces a tu prójimo, Me lo estás haciendo también a Mí, el Cristo y a ti mismo, pues tu prójimo es una parte de Mí y también una parte de ti. Quien ame a Dios de todo corazón y con toda su alma, también amará desinteresadamente a su prójimo, desde lo profundo de su alma y de su corazón. Esto significa: tú debes hacer a tu prójimo lo que quieres que él te haga a ti. Debes, pues, respetar a tu prójimo y hacerle lo que es conforme a la ley eterna. Cuando cumples los mandamientos eternos aquí estipulados desinteresadamente, comienzas a vivir en la verdad. Pero en los mandamientos de la vida humana se debe llevar siempre el amor por encima de todo y mostrar siempre compasión. Compasión, en la ley de la vida, significa "padecer con”, adentrarse en los sentimientos de los que sufren para sentir lo que necesitan. La palabra "padecer con” también significa practicar la misericordia, pero no unirse a los lamentos del prójimo, compadeciéndole y teniéndole lástima porque es "pobre”; pues, quien así actúa, puede despertar la autocompasión en el que sufre contribuyendo de esta manera a que, mediante la autocompasión, se enrede en su sufrimiento. Quien verdaderamente compadece desinteresadamente, siente en el corazón la situación de su prójimo. Dará ayuda y, de modo acorde a la ley de la vida, hará lo mejor que se pueda hacer por su prójimo.
Hoy día nos hace falta esto, el Mundo necesita más amor y no ese amor que se comercializa en un día de San Valentín. Se necesita un amor fuerte sin fingimiento. Hablamos del amor sincero, verdadero que es capaz de todo y brilla por su esencia real que es la verdad. Cuando hablamos de esta clase de amor nos referimos a ese amor que nos puede rescatar de la terrible bruma del odio que desde los comienzos de la historia humana nos está azotando. Es ese amor que no se limita a los entornos familiares. Hoy necesitamos ese amor que muchos han olvidado. Cada una de las enseñanzas universales de grandes filósofos y pensadores hablan de una fuerza unificadora que salva, construye y liberta. Hoy la llamé amor, ese mismo amor del que hablaba Jesús, el que es capaz de salvar al Mundo pero más que eso te otorga el Reino de los Cielos.
El Reino de los Cielos solo lo arrebatan aquellos capaces de amar. Jesús siempre proclamó esto en sus mensajes expuestos mediante parábolas. Nunca faltaba en cada mensaje de Jesús las buenas nuevas de paz y amor donde se proclamara la esperanza de una vida eterna donde hubiese un estado de bienestar total y un gozo inefable. Jesús sabía muy bien que si Dios pedía que para heredar la vida eterna se amara al Señor tú Dios y al prójimo como a ti mismo era por estas razones: El que se ame a Dios implica una fuerza unificadora que le brinde a una persona aquellas cosas espirituales trascendentales que el Mundo, lo terrenal y ninguna otra fuente pueden dar. Es aquella fuerza auxiliadora para el individuo y le ofrece la esperanza en medio de un Mundo de dudas y conflictos que afectan el bienestar de cada ser humano. Por otro lado el que se ame al prójimo como a ti mismo implica paz, hermandad, amor sincero, sin límites. Y si piensas críticamente sobre esta premisa el que ama a su prójimo verdaderamente no tiene que preocuparse por cumplir los 10 Mandamientos a cabalidad, pues sí amas al Señor tú Dios cumples con el primero y con la voluntad Suprema y sí amas a tú prójimo cumples los restantes nueve y si analizas bien cada uno de esos mandamientos, se recalca el respeto y la dignidad a todo aquel que te rodea. Si amas al prójimo es obvio que no envidias, no matas, no hurtas, no codicias la mujer ajena, en fin no faltas a ninguna de las cosas expresadas en los 10 Mandamientos y también brillas por la bondad de tú corazón en medio de la gente. Por eso es preciso señalar que las enseñanzas de Jesús eran muy sabias pues el no sólo decía estas cosas por puro capricho, pues él sabía muy bien que por falta de amor y por causa de la frialdad del corazón de muchos el Mundo se vería envuelto en un mar de confusión, lleno de discordias, guerras que provocarían destrucción. Que no quepa la menor duda, es un mundo loco y confuso en el que vivimos. Podemos hacer llegar a un hombre a la luna, pero no podemos llevarnos bien con el vecino de al lado. Inventamos métodos para prolongar la vida y después inventamos métodos para matar a la mitad de la población de la tierra. Tenemos más cosas que nunca antes, pero no sabemos amar. La razón de amarse los unos a los otros era darles al Mundo la base de la felicidad. Cuando amas no piensas en hacer daño, no sufres por llevar el odio en ti y no violas las leyes que rigen la naturaleza y el espíritu humano. Y si todas estas cosas fuesen posibles entonces el Mundo no necesitaría más religión y filosofías entonces sabrían ser un solo pueblo por encima de las diferencias que todos tenemos. Según se desprende de la biología, la antropología, la sociología, la historia, el análisis económico, los nuevos conocimientos de la sicología, la pura cortesía humana y el sentido común, cada día que pasa, se confirma y se reafirma más y más claramente el imperativo para la supervivencia, de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Si tuviésemos amor no se necesitarían predicaciones, ni libros para darle sentido a los hombres porque en cada uno de ellos habría una lección y enseñanza viva capaz de traspasar aquellas cosas que nos pueden separar. Las razas serían una sola, y el pensamiento una sola voz. Y si pensamos hacer todo esto sólo por alcanzar la vida eterna y lo vemos solo como una obligación pensemos, que si hacemos lo bueno, desechamos lo malo, llevamos siempre en nosotros el amor, el Mundo sería un paraíso verdadero y no necesitaríamos esperar la promesa de otra vida eterna pues el mundo brillaría en torno al amor que nos daría sentido y la razón para rescatar a los hombres de su perversidad. El amor lo puede todo y por amor es que la historia se escribe porque en el amor brillan los verdaderos vencedores que pueden rescatar a la humanidad.
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