miércoles, 11 de julio de 2007

Filosofía educativa


La educación para mí es aquella búsqueda del conocimiento, más allá de los ámbitos escolares. Es forjar el intelecto para ser apto a responder de manera efectiva para diferentes aspectos y circunstancias de la vida humana. Ser una persona educada no se limita a saber muchas cosas, es saber que hacer con ellas y ponerlas en práctica. Es escuchar, dejarse dirigir, estar abierto a consejos y a sugerencias.
Una persona educada no es aquella que puede leer un libro nada más, o que puede escribirte un ensayo o una gran composición, o tal vez aquel que te puede hablar de muchas cosas. Es más que eso. Una persona educada va por encima del intelecto, es voluntad, actitud y pasión. No vale de nada saber muchas cosas si a la hora de vivir, de ser humanos, no tenemos las mejores actitudes para reaccionar y ser racionales. Hay en el Mundo muchas personas que dicen saber mucho, pero como seres humanos y personas están atrasados ya que ni tan siquiera tienen la capacidad de amar.
Hoy día necesitamos una educación que vaya más allá de querer saberlo todo y tener en nuestra hoja de vida muchos grados académicos. Necesitamos educar al Mundo a ser más pensantes, racionales y unidos. Que la globalización Mundial no sea meramente económica y que sí incluya humanos que sepan darse las manos y caminar como hermanos de la misma humanidad. Que se acaben las guerras, los conflictos bélicos, la lucha de poderes, la ley del más fuerte, la creación de armas de destrucción masiva, que acaban con otros, sólo por querer ser mejores y los únicos.
El Mundo necesita más respeto entre todos y que se renueven los valores morales de la gente para que la integridad del género humano resplandezca entre lo vano y oscuro. Necesitamos una educación que sepa dar lo que a veces la escuela no puede brindar, y no es por que no pueda, es que hay tipos de aprendizaje que no se adquieren en las escuelas y tampoco en las Universidades, pues comienzan en el hogar y en la familia, que es la base de la sociedad. Tenemos que volver a las bases, a la senda antigua, donde la crianza de los hijos lo era todo y el respeto a los semejantes, y donde la vanidad, el consumismo, no daban tanto que decir.
Si viéramos bien al Mundo desde el amor como la base de todo, como ese lenguaje universal, la religión perfecta, la política de todos, el gobierno central, la escuela del saber verdadero, el alimento del alma, la sabiduría antigua y perenne, la joya inexorable que aun sigue viva, entonces el Mundo sería un lugar mejor, habitable y lleno de justicia y equidad y ya no tendríamos que gastar millones en escuelas y tecnología para querer ver la humanidad más racional; con amor el Mundo sería la cuna donde se levantarían los verdaderos hombres y mujeres que dejarían huellas y harían del Mundo la mejor historia que jamás se haya escrito.
Por lo tanto, teniendo todo esto en cuanto a lo qué es la educación para mí y cómo la percibo en nuestra sociedad, me queda por decir que cuál sería el salón ideal y en qué manera impartiría la enseñanza.
En realidad, no sueño con un salón de español con mucha tecnología, dado que nuestra lengua materna no se fundamenta en muchos adelantos tecnológicos, más sí en la práctica de la gramática y la lectura. Esto es lo que no se está haciendo en muchas salas de clases de nuestro país. Y la mejor evidencia son los rezagos académicos con los que llegan a la Universidad. No saben leer con entonación. No aplican las destrezas básicas de ortografía y gramática. En cuanto al léxico, presenta pobre dominio de lenguaje formal y técnico. Por consiguiente, deteriora nuestra lengua materna. Y queremos resolver este problema comprando más libros de texto, que en nada tienen que ver con las necesidades reales que presentan nuestros estudiantes. Digo esto, y no a modo de queja, no obstante a forma de reflexión, donde tomo en cuenta a aquellos estudiantes de educación especial, que navegan con todo su esfuerzo en la corriente regular, tratando de tener logros y un aprendizaje efectivo, pero no pueden lograrlo. Ocurre esto, dado que no tenemos una enseñanza totalmente efectiva para cada uno de estos casos. Hablamos de inclusión y de clases en la corriente regular, pero la verdad es que estos estudiantes no logran aprender como deberían, dado a que se le da más énfasis a los que se encuentran en el promedio o dominio de las destrezas.
Por tal razón es que mi salón ideal tendrá una población balanceada, entre casos de educación especial y corriente regular. Pienso esto, por que sí tengo muchos casos de educación especial, como ocurre en muchas escuelas, soy realista en decir que no podré satisfacer las necesidades de dichos estudiantes. Sin embargo, si puedo llegar a una población aceptable, podré trabajar con sus rezagos y las áreas en las que tengan dificultades, y a su vez los que dominen las destrezas podrán servirles de tutores.
En adición a lo antes mencionado, cabe señalar la deficiencia de libros pertenecientes a las obras maestras de la literatura Universal y nacional. Nos quejamos de que nuestros estudiantes no valoran el patrimonio cultural y literario. ¿Pero, cómo pueden hacerlo, si no lo conocen? He tenido la oportunidad de leer la Carta Circular del Programa de Español, del Departamento de Educación de Puerto Rico, donde se habla de muchas obras literarias, que son requisito leerlas en diferentes niveles o grados. Más no ocurre esto, por que la realidad es que no las hay. Aunque ocurre esto, aun hay educadores que dan la milla extra, sacando copias, comprando libros, para poder impartir una educación de excelencia. El Departamento de Educación de Puerto Rico estipula unas pautas para educar, pero no hay los mecanismos ni los materiales para hacerlo. Por ende, ante esta cruda realidad, me mantengo en la postura de ser una maestra de las que dé la milla extra, y aunque me cueste mucho trabajo, esfuerzo, lo haré así, por que esta especialidad que elegí, más que una futura profesión es pasión.
El español, la literatura me llenan, me elevan. No en vano soy escritora. Por que cada vez que leo una obra literaria mi mente evoca el significado trascendental que el autor quiso llevar a la sociedad de su tiempo.
Dice un dicho por ahí, que muchos pueden dar clase, pero pocos son maestros de verdad. Por mi parte, filosofo ante esta cita, y me resta decir que quiero ser aquella luz que alumbre el camino de mis estudiantes. Ser un amanecer de oportunidades, de éxito, ganancia, triunfo. Que no vean en mi a un dictador, un persona que hable por hablar, y sí sientan que mi voz es la sustancia, la esencia, sentido, la verdad y agente de cambio en esta sociedad tan necesitada. Y aunque no tenga mucha tecnología, libros, materiales, poder ser yo la facilitadora en el proceso de enseñanza aprendizaje. Lo ideal es una escuela innovadora, a la vanguardia de los adelantos tecnológicos, a todos nos agrada esta idea. Pero ante la realidad de déficit económico que enfrenta nuestro país, lo mejor es trabajar con el conocimiento, la vocación, el esmero, el amor, la dedicación, con pasión, entrega y dinamismo, propios de un verdadero maestro, y así logramos educar a este pueblo como se debe, al fin tendremos mejores ciudadanos y un Puerto Rico de excelencia.

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