Confesiones místicas a la Luna
Un día mientras contemplaba el cielo nocturno comencé a divisar las estrellas y mi alma se inspiraba y mi corazón comenzaba a evocarte. A evocar lo dulce que eres tú Dios mío. Mi alma se deshace ante tú presencia y a su vez renace. No lo puedo explicar. Le conté a la Luna cuanto tú me inspiras a seguir en la vida con fe y esperanza. Le conté a la Luna que es imposible compararte y hallar alguien igual a ti. Le dije que llevo tú nombre grabado en lo profundo de mi corazón. Que te siento en las flores, en el cristalino mar, en las aves melodiosas, en el aire puro de la montaña, en los rincones celestiales donde caminan las nubes, yo en todo te siento. Me levantas del dolor, me rescatas de la nada. Le dije a mi amiga la Luna que aunque te falle no me olvido de ti. Es imposible. Tú eres mi dueño, mi Rey el camino a seguir. No hay otra vía donde pueda ir. Te amo por encima de todo, la Luna lo sabe yo se lo dije ayer igual que todos los días en que nos vemos. Yo siempre le digo que te amo y que eres un ser de suma grandeza. Que adoro tú fidelidad y por encima de todo yo te amaré por que tú siempre haz sido fiel. Le dije a mi amiga la Luna que alumbre tú trono con el resplandor de su brillo de plata y mientras ella lo alumbra con su brillo yo aquí caminaré en pos de perfumarlo con mi alabanza y mi adoración. Te amo Dios la Luna lo sabe y lo dicta en versos eternos mi corazón.
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